Cuidados en el embarazo y desarrollo emocional del niño. La psicología perinatal
María charla con una amiga sobre su trabajo y de cómo se siente estos días.“Cuando se acumula el trabajo y después de muchas horas sentada en el ordenador ¡noto que me da patadas más fuertes!” le comenta a su amiga mientras se acaricia la barriga.
Hubo una época en la que se creía que el bebé que estaba en el útero era un ser pasivo y sin mente.
Hoy se sabe que, lejos de ser pasivo, el bebé intrauterino es un ser humano consciente. Y a partir del sexto mes -de gestación- incluso tiene una vida emocional activa. La comunicación de la madre con su bebé en desarrollo no sólo se da de forma directa “en voz alta”, como hace María. También se comunica a través del entorno: el ritmo que lleve la madre a lo largo del día, el estrés que produce una mudanza o los cambios en su situación laboral o familiar producen efectos en el comportamiento del bebé. Las emociones, hasta las más silenciosas (de las que a veces la mujer no es consciente), los pensamientos y las actitudes,son captadas por el radar emocional del niño. Las hormonas producidas por la madre y los neurotransmisores viajan a través del torrente sanguíneo y llegan hasta el cerebro del bebé a través de la placenta. Y dejan una huella sobre el comportamiento y la personalidad del bebé en desarrollo.
El bebé que aún no ha nacido:
- Puede ver, oír, experimentar, degustar… sentir
- El modo en que experimenta su entorno (que en estos momentos es el útero) predispone su personalidad y su carácter
esta forma de experimentar viene dada por los mensajes que proceden, principalmente, de la madre.
Las creencias e intuiciones que históricamente han tenido las mujeres embarazadas, ahora lo constata la ciencia y los avances en tecnología biomédica: los patrones constantes y sentimientos profundos de la madre, como ansiedad crónica o sentimientos de ambivalencia respecto a la maternidad pueden marcar la personalidad del niño que aún está en el útero. Las emociones como la alegría o la expectación pueden contribuir al desarrollo emocional de un niño sano. Los pensamientos, actitudes y emociones positivos son potencialmente beneficiosos para el bebé que está en desarrollo.
Es decir, que a partir de la concepción y durante el período perinatal (la etapa que rodea al nacimiento) se producen los efectos más importantes en el ser humano.Estas experiencias tempranas afectarán al desarrollo de su salud (entendida como un conjunto de aspectos biológicos, psicológicos y sociales) y a la calidad de las relaciones que pueda entablar en un futuro.
Por tanto, los cuidados emocionales de la madre merecen tanta atención como losrelativos a unadieta sana y equilibrada o a la importancia de realizar algún tipo de ejercicio físico moderado durante el embarazo.
La importancia del vínculo antes de nacer
El vínculo de una madre y un padre con su bebé comienza mucho antes de nacer, con la imaginación. Cuando se confirma la gestaciónla relación de apego de los padres con el bebé comienza a estar mediada por distintos factores:
- Las características de personalidad de la madre y su estado emocional
- La actitud hacia el embarazo
- Las características específicas del propio embarazo
- Situaciones específicas que pueden darse en esta etapa
- Haber tenido pérdidas perinatales anteriores
- El apoyo de una pareja, amigos o familiares del entorno que compartan la experiencia
El vínculo con el bebé se va estableciendo a lo largo de toda la gestación, en un proceso conjunto en el que el desarrollo del feto va aparejado al desarrollo del papel de madre. Madre, padre y bebé forman parte de una “línea continua”: lo que ocurre después del nacimiento depende de lo que ha ocurrido durante el embarazo.
Es frecuente que se realicen atribuciones basadas en los movimientos que se sienten o en los datos e imágenes cada vez más nítidas que nos proporcionan las ecografías actuales: “se mueve mucho como su padre”, “le gusta dormir largas siestas como a su madre…” “me gustaría que tuviera los ojos azules…” “será una niña” “se llamará Isabel”
Imaginar al bebé, sentirlo y reconocerlo como una persona distinta a uno mismo favorece un embarazo y parto saludables. Estas ideas, deseos y expectativas que nos vinculan con el bebé, nos ayudan a darle un lugar en nuestra conciencia, algo necesario para afrontar su llegada.
Los diálogos, las charlas “internas” o las caricias ayudan a establecer el vínculo con el bebé no nacido. Sin perder de vista el importante papel del padre en este período: por un lado cuidando y apoyando a la madre. Y por otro lado relacionándose afectivamente con el bebé: acercándose a la tripa para escuchar y/o hablar con su bebé.
Los preparativos de cara al nacimiento también forman parte de este tiempo de cuidados, que aumentan en los últimos meses.
Tomarse un tiempo para descansar es de vital importancia, en el que la madre pueda parar y abstraerse de la rutina diaria y las preocupaciones; un tiempo que pueda dedicárselo a ese bebé que está en camino y que necesita “ser pensado”.
Estos comportamientos forman parte de una experiencia de apego que comienza antes del nacimiento. Y establece un modelo de cómo se establecen las relaciones con los demás. Las primeras investigaciones, allá por los años 70, ya comprobaron que aquellos bebés vinculados a su madre (o una figura sustituta permanente) de manera segura son niños más cooperativos, más empáticos y competentes socialmente que aquellos con un vínculo inseguro.
Actualmente numerosos estudios demuestran que las relaciones tempranas del bebé, sobre todo con su padre y con su madre, tienen una gran influencia en su desarrollo cerebral.
La vivencia del embarazo y la maternidad, única para cada mujer
Para cada mujer, el embarazo y la maternidad es una vivencia diferente en la que se mezclan varios factores:
- Su historia personal
- Su situación actual
- En qué lugar llega el bebé (primero, segundo,…)
- Su personalidad
Se trata de una etapa de crisis vital que moviliza, puede despertar miedos y ansiedades y donde es frecuente que surjan conflictos que se encontraban “escondidos”.
Sensación de felicidad y de inseguridad, de apego por el bebé que está formándose y miedo o rechazo a la pérdida de nuestra autonomía…
En ocasiones se habla del embarazo como una etapa regresiva, donde es frecuente que surjan recuerdos del pasado. El modelo mental que se tiene sobre qué significa ser madre está directamente relacionado con las experiencias que hemos tenido como hijas. Así que si ha habido conflictos o falta de cuidados durante la infancia, estarán muy presentes aquellos aspectos que no quieren repetirse y, a la vez, una carencia sobre referencias positivas o modelos en los que poder apoyarse.
Los cambios físicos, sobre todo a partir del segundo trimestre, también pueden provocar sentimientos de ambivalencia: por un lado son la señal visible que “confirma” el embarazo y nos dota de un nuevo “status”, muy valorado en nuestra sociedad. Pero al mismo tiempo pueden disminuir la autoestima por la pérdida de las características femeninas que se relacionan con el atractivo sexual.
Es frecuente experimentar un efecto de mayor transparencia o sensibilidad psíquica donde los sentimientos, miedos y conflictos aparecen “en la superficie” con más facilidad.
Aumenta la tendencia a pedir más apoyo y cuidados del entorno, a sentirse más dependientes… Como si la madre embarazada también necesitara “cuidados maternales”.
En estos momentos es fundamental contar con una red de apoyo, ya sea de la pareja, familiares o amigos. Si estamos atentos a estos fenómenos podemos llegar a entender la razón de algunos malestares o conflictos intensos. Cuando esto ocurre es recomendable buscar ayuda adecuada que pueda atender a la madre en este período vital para la salud y el bienestar de una mujer y su bebé. Atender a las necesidades específicas a tiempo puede prevenir futuras dificultades tras el parto.
Como ayudar a quienes acaban de ser padres
Para ayudar a una nueva mamá el lugar del nacimiento y el tiempo del postparto deberían protagonizarlo la tranquilidad, la intimidad y el respeto.
Un entorno tranquilo y respetuoso:
- Permite que el bebé desarrolle el olfato y el oído, tan sensibles durante las primeras horas
- Facilita que la lactancia se establezca adecuadamente
- Ayuda a que la madre esté centrada sólo en su bebé y en sus necesidades
- Disminuye los estresores ambientales después de una experiencia “traumática” como es el nacimiento
Si queremos ayuda a una mamá reciente también es necesario respetar su espacio, su lugar y sus deseos. Tanto si requieren tener mayor intimidad, a querer recibir visitas, o a ayudar en otras tareas como compras, orden de la casa, comidas, etc.
Muchas veces, por querer ser atentos y educados interferimos en los nuevos padres en lugar de ser un elemento de ayuda. Preguntar qué desean o necesitan en los primeros momentos (que pueden durar unos días o unos meses) y animarles a que pidan ayuda quizás sea más efectivo.
¿Qué es Psicología Perinatal?
Es un área de la psicología orientada a la prevención, el cuidado, el apoyo, diagnóstico e intervención en las familias durante todo el proceso que rodea el nacimiento: el embarazo, parto, postparto y puerperio, teniendo en cuenta la importancia del vínculo que se establece con la madre y el resto de la familia. Los procesos de fertilidad y adopción también son tenidos en cuenta como otras formas de poder formar una familia.
Asimismo, la psicología perinatal trabaja distintos aspectos que pueden surgir entorno a la maternidad:
- Dificultades en la concepción
- Miedo al parto, partos difíciles o traumáticos
- Dificultades en la adaptación a la nueva maternidad
- Depresión postparto
- Duelo por el pérdida de un bebé
- Abuso sexual
- Desarrollo de un vínculo seguro
- Apoyo emocional durante el embarazo
- Bebés prematuros
- Procesos de separación o divorcio
- Miedo o ansiedad
Uno de sus principales objetivos es favorecer y acompañar en el camino para lograr un embarazo, nacimiento y un vínculo temprano de la madre con su bebé de una manera saludable; así como el acompañamiento en la primera infancia. Poder afrontar de una manera adecuada estas etapas ayuda al desarrollo de un apego seguro de la madre con su/s bebé/s y, por tanto, previene futuras dificultades