Se habla de retraso simple del lenguaje cuando un niño sin ninguna otra alteración aparente, va adquiriendo el lenguaje más tarde que otros de su misma edad. El lenguaje se va adquiriendo más tarde de lo normal, pero en el orden habitual, es decir se desarrolla por los cauces normales, pero más lentamente. Por ejemplo, las primeras palabras aparecen a los dos años, en lugar de al año, que es lo más frecuente. La unión de dos palabras aparece después (“papá coche”) a los tres años, cuando lo habitual es a los 18 meses.
Es decir, en el retraso simple, el lenguaje es más inmaduro, pero éste se va adquiriendo en el orden esperado.
El vocabulario es escaso y se reduce a las cosas familiares de su entorno. Al ser éste más limitado se hace más difícil construir las primeras frases. Esto hace que en las interacciones estos niños tomen un rol más pasivo, esperan a que se les pregunten y contestan con frases más cortas.
La comprensión del lenguaje, aunque de forma menos llamativa, también puede ser inmadura.
El niño comprende las cuestiones concretas y familiares (“dame la pelota”) pero pueden tener lagunas en los conceptos más abstractos (espacio-temporales) o en comprender frases que hacen referencia a algo que no está presente (“¿cuando vas de viaje?”)
Es decir, se piensa en un retraso simple del lenguaje si hemos descartado otros problemas que puedan afectar al lenguaje (sordera, déficit motor o cognitivo, trastornos emocionales o trastornos del espectro autista).