La valoración neuropsicológica infantil
El abordaje del rendimiento cognitivo en edad escolar, ampliamente tratado desde el ámbito de las ciencias de la educación y la psicopedagogía, dispone a su vez de otra disciplina, la neuropsicología infantil, mediante la cual se pretende interrelacionar los conocimientos de la psicología clínica evolutiva con los conocimientos de la neurociencia conductual, estudiando así la relación entre la conducta y el cerebro en desarrollo.
En el ámbito dela evaluación cognitiva la neuropsicología infantil se articula en cuatro pilares fundamentales: la evaluación, la intervención, la prevención y la investigación.
La evaluación neuropsicológica se llevará a cabo mediante diversas técnicas psicométricas permitiéndonos establecer el perfil de rendimiento cognitivo del niño y su estatus neuropsicológico, prestando especial atención a los puntos débiles y fuertes de su rendimiento. La evaluación neuropsicológica se diferencia de la psicometría aislada en que no ofrece sólo una puntuación que se compara con la media poblacional, sino que además, obtiene información de las distintas funciones cerebrales superiores. La valoración de estas funciones cerebrales será la que nos permita detectar las disfunciones específicas que existan.
La evaluación neuropsicológica cobrará especial importancia en casos asociados a patologías ligadas a disfunción cerebral, como son los trastornos del neurodesarrollo, el daño cerebral adquirido o los trastornos del aprendizaje, así como en aquellos casos de retrasos madurativos, problemas de rendimiento escolar o trastornos de índole psiquiátrica como el Síndrome de Tourette o el trastorno por déficit de atención (TDA/H) entre otros. La evaluación neuropsicológica será de especial importancia en todos aquellos trastornos en los que las técnicas de neuroimagen no detectan alteración estructural alguna siendo la valoración neuropsicológica la única forma de poner de manifiesto las alteraciones cognitivas presentes.
En los trastornos del aprendizaje como la dislexia, la discalculia o el trastorno del aprendizaje no verbal (TANV) sólo llegaremos a un diagnóstico preciso mediante un examen neuropsicológico pormenorizado e individualizado para cada caso. Obtendremos así perfiles de rendimiento cognitivo característicos para cada uno de estos trastornos.
Es importante entender que sólo podremos realizar una intervención adecuada si partimos de un diagnóstico correcto.
La complejidad en el correcto diagnóstico de los trastornos del aprendizaje es debido a la gran variabilidad de “síntomas” o “aspectos del rendimiento” a valorar y tener en cuenta. Es un ejemplo de esto la descripción que figura en el manual diagnóstico y estadístico de los trastornos mentales (DSM-IV-TR) de los trastornos del aprendizaje. En este tratado, se recogen y definen los trastornos del aprendizaje (aquel rendimiento en lectura, cálculo o expresión escrita que sea sustancialmente inferior al esperado por edad, escolarización y/o nivel de inteligencia, según pruebas normalizadas administradas individualmente, e interfiera significativamente en su rendimiento académico y/o social), pero los criterios diagnósticos son demasiado amplios e inespecíficos para poder realizar un diagnóstico adecuado.
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